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Obituary
Obituary of Gilberto Bravo
Hace 82 años, José Bravo y María Acuña dieron vida a su tercer hijo, sin saberlo entonces,ellos dieron vida a un ser inigualable; le nombraron Gilberto, pero para muchos, muchísimos de nosotros tuvo varios nombres, por ejemplo: esposo, papá, hermano, tío, compadre, abuelito,Don Gili, Tetón, Gilomeno… o incluso Chiquillón.
Y ese ser inigualable estaba conformado por un montón de cualidades y defectos que lo hacían tan especial. Quiero pensar que desde que nació, una luz particular se posó en sus ojos verdes, y se le salía a raudales por la mirada para iluminar todo a su paso, porque era inevitable no sentirte especial cuando el te veía.
Fue una persona sencilla y llena de nobleza, desbordaba siempre sus ganas de ser parte de la gente que lo rodeaba, incluso de las formas más casuales. No me dejarán mentir sobre su facilidad para envolverte escuchando sus historias desde joven. Su edad le permitió vivir evoluciones importantes en el mundo, aunado a ellas, podías deleitarte con historias como la del primer auto en la ciudad, y que fue su papá quien lo tenía, y así de pronto escucharlo hablar de cómo en un día en las parcelas estaba tranquilo jugueteando en una zanja, terminó con una corretiza por unos disparos que lo llevaron a terminar enlodado hasta las bruces con tal de esconderse de semejante amenaza, pero también podías pasar de eso a una interesante descripción de cómo injertar un árbol de naranja,o también de cómo podar un manzano o de
cómo hizo para poder llevar semillas de frutas en un avión, a sus hijos y crecer árboles y pudieran así deleitarse de sus frutos, para terminar luego con algún chiste inocente y alguna otra historia que se colaba de nuevo, porque siempre tenía algo que contar y al final sus risas, esa risa contagiosa y tierna que te hacían pensar que su alma no podía ser más ligera y buena.
Siempre serás ese ser que existió para dar, si no eran historias, era tu tiempo, tu esfuerzo, tus tardes enteras para ayudar a otros, para hacer compañía, para regalar detalles, como una pluma de pavo real, (que aún conservo), o un par de calabazas, o una caja de mangos, o pésimos, unos camotes asados, unos nardos para su Chato, o hasta un chivo o una gallina, o los garbanzos… y así en medio de ese desprendimiento por todo lo que pasaba por sus manos agrietadas llenas de tanto corazón, se aseguró incluso de seguir dando aun después de su último aliento.
Hace tiempo, en una plática, respondiste que los árboles no mueren en invierno, solo duermen, es por eso que te nombré Abuelo Árbol, porque en vida encontraste la forma de injertarte en el corazón de todos los que te rodeamos, y una vez que pase este invierno de reconocer y llorar tu ausencia, florecerás en la primavera de nuestros corazones por medio de cada recuerdo que dejaste en nosotros y en la dicha de haberte conocido.
Gilberto, tu esposa, tus hijos, tus nietos, tus nueras, yernos, tu familia y amigos, y a todos aquellos que tocaste con la magia de tu vida, honramos tu existir, con inmenso dolor liberamos tu alma, pero con profunda gratitud nos alegramos por la bendición de haberte tenido. Dios bendiga tu alma, tu ser entero, tu divina sonrisa y la sencillez descomunal de la que eras dueño, y que sin duda te hizo ganarte el amor de todas las personas en las que dejas este huequito, que Dios nos llenará con el tesoro de los recuerdos, confiando siempre que algún día, cuando a cada uno de nosotros nos llegue el momento, volveremos a encontrarte en la tierra de Dios, y floreceremos juntos otra vez. Gracias por existir, gracias por vivir, gracias por
quedarte en cada corazón. Vuela alto, hasta la mano de Dios. Te amamos.